Chico, otro querer es posible

Estoy sentado en una terminal de aeropuerto, frente a un ventanal que filtra la luz del mediodía.  Desde mi sitio veo partir los aviones que despegan de la terminal antes que el mío. Como un bucle periódico. Es el momento de marchar, de dejar atrás un estilo de vida para cambiarlo por otro (¿Ligeramente?) diferente. Una mezcla de melancolía, ilusión, incertidumbre y ganas me invade. Continúo mirando a los aviones, desde aquí su despegue se antoja suave y liviano, de dibujos animados. Se me vienen a la cabeza esos versos de Calamaro en Los Aviones:

“porque quiero dormir
y soñar con ella
mientras por afuera

pasan los aviones
no quiero que se termine
no quiero que me abandones”

No me importaría instalar una cama, vaciar el aeropuerto y quedarme allí a vivir con ella. Como en la portada del New Yorker. Pero con aviones.

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Veo diferentes tipos de personas transitar con prisa a mí alrededor: ejecutivos trajeados, familias con niños, jóvenes aterrizados de destinos cálidos sur europeos. Camino por la terminal en busca de un kiosco.  Observo sorprendido un número considerable de parejas de ancianos jubilados en los que antes no había fijado mi atención. Como si de una metáfora se tratase, mi cabeza relaciona la obsolescencia programada de nuestros dispositivos móviles con la obsolescencia en las relaciones de pareja. Entonces, percibo a esa pareja de ancianos de mirada gastada y cálida como activistas. No de un activismo político; sino de un activismo del amor. Me pregunto: ¿Cuánto se debe tener que amar a otra persona para querer seguir viajando con ella ya de viejos? Me entristece pensar que cada año que pasa mi lista de amigos con los que viajar va menguando; no quiero pensar lo difícil que me puede resultar entonces encontrar a esa persona.

Estoy en un seminario, en una diapositiva aparece un dato que impacta a la mayoría de la audiencia: el conocimiento humano existente se duplica a un ritmo de dos años (y en decremento). Pienso para mí: es como si el ser capaces de generar conocimiento (y de aprender) más y más rápido implicara necesariamente un aumento en nuestra capacidad de amar más y más y de hacerlo más y más rápido. Como me dijo un amigo “desconfía de quien siempre tenga prisa” (¿Todo el mundo?). Cada vez más matrimonios se rompen. No se puede asegurar que este dato demuestre que cada vez hay más gente soltera (¿Sola?) ya que algunas parejas simplemente deciden convivir sin pasar por el aro del matrimonio. Sin embargo yo no puedo evitar empatizar con el bando solitario; egoísta como un mercenario, un contra espía o Rick en Casablanca, que no guarda lealtad a nada salvo a sí mismo, e igualmente, sobrepasado cuando se ve capturado (por ella); indefenso, dubitativo y huidizo cuando las cicatrices que creía cerradas vuelven a supurar.

Dijo Beigbeder “vivir sin amar es como una imitación de la vida”. Está claro por nuestra condición humana que necesitamos amar. Esto nunca cambiará. Amar, sí pero ¿De qué manera? Esto es lo que está cambiando y sólo el bando de los románticos se mantiene en la resistencia al cambio. Encerrados en las historias de amor de las novelas negras y de cine clásico (¿Quién no querría vivir en ellas?). Y a veces uno es traicionero; y otras a uno le traicionan; porque hay varias formas de querer y ninguna más sincera y dolorosa que amar a quien a no te ama.

Pero sí,
un atardecer las gardenias de mi amor
se mueren es porque
han adivinado que tu amor
me ha traicionado porque existe otro querer

Un amigo diferente

Siempre he sospechado que la amistad está sobrevalorada. Como los estudios universitarios, la muerte o las pollas largas. Los seres humanos elevamos ciertos tópicos a las alturas para esquivar la poca importancia de nuestras vidas. De ahí que la amistad aparezca representada por pactos de sangre, lealtades eternas e incluso mitificada como una variante del amor más profunda que el vulgar afecto de las parejas. No debe ser tan sólido el vínculo cuando la lista de amigos perdidos es siempre mayor que la de amigos conservados.

Así empieza Cuatro amigos, de David Trueba. Un libro que en muchos pasajes me hizo acordarme de ti y pensar en nuestra amistad. Durante mucho tiempo creí firmemente que un amigo es aquel que siempre apoya lo haces irracionalmente y te da siempre la razón. Quizás fue porque no me había cruzado antes con alguien como tú. En algunos momentos, cuando me dejo atrapar por el sofá o me tumbo en la cama, me hago preguntas. Una vez me pregunté el porqué tú y yo éramos amigos a pesar de ser tan distintos. Más tarde me di cuenta de que ahí reside el valor fundamental de nuestra amistad, en nuestras diferencias. Como esas veces en que confrontamos para luego extraer conclusiones a las que nunca habríamos llegado sin el otro. O cuando nos damos un abrazo sabedores de que no nos vamos a poner de acuerdo. Desafortunadamente cada vez nos parecemos más, incluso a veces nos damos la razón. Cosas de la edad.

Miré a Claudio y a Blas a mi lado y comprendí, en cierta medida, lo que significaba la amistad. Era una presencia que no evitaba que te sintieras solo, pero hacía el viaje más llevadero.

Así termina Cuatro amigos y así siento nuestra amistad: la libertad de sentirme solo y el agrado de llevarte a mi lado en el camino. Me alegro tenerte en el grupo de amigos conservados.

Cuidado, es la viuda de una estrella del rock

Era 1974 y él había decidido que iba a pasar una temporada en los EE.UU. Los años anteriores había estado ya de visita con grandes resultados en sus giras. Sentía que era el momento de cambiar otra vez. No podía estarse quieto; era un voraz consumidor de vida allá por donde iba. Por su aire despreocupado, su repugnante delgadez, su disruptivo estilo y su música progresista, todos los hippies que habitábamos L.A. pensábamos que él era el-nuevo-rey-de-la-ciudad ¡Y ni si quiera había dado un concierto!

Me lo presentaron cuando cambió N.Y. por L.A., era nuevo en la ciudad y cualquiera lo habría negado. Yo llevaba viviendo ya 3 años allí y podrían haber sido más de no ser porque aún no había nacido. En cambio fue él quien pareció darme la bienvenida a mí. Lo que más me sorprendió al mirarlo de primeras, como a todos los demás, fueron sus pupilas irregulares que daban la sensación de poseer diferentes colores, cuando en realidad eran una falsa ilusión, como casi todo en Ziggy, como le llamaban por allí.

La base de su pirámide alimenticia estaba copada por la cocaína y en la cúspide convivían los pimientos rojos y la leche. Él permanecía ajeno a todas esas cosas que a nosotros podían llenarnos las horas de un día, sólo se concentraba cuando llegaba el-hombre-de-los-sacos-blancos o mientras componía de madrugada; el resto del día era únicamente el tiempo que inevitablemente debía pasar hasta que el círculo comenzara de nuevo.

Tenía mucho tirón entre las chicas aunque iba a todos los lados con una muchacha un poco más joven que él; todos saben que una gran cantidad de mujeres pueden hacerte perder la cabeza y Ziggy siempre se mantuvo cuerdo… dentro de su unicidad. Era una chica hermosa y muy viva, me atrevería a asegurar que era una de las razones por las que The-Thin-White-Duke, como le apodaron algunos chupatintas del periódico local, mantenía su vida encendida. Nos divertíamos mucho, de hecho, continuamente. Vivíamos todos en su apartamento de techos altos y cuadros extraños y sólo salíamos de allí para acompañarle a los conciertos. Ziggy estaba más y más delgado a cada segundo que pasaba y de haber habido un médico allí habría encendido las luces y apagado la música. Pero en aquella habitación nunca hubo ningún médico; ellos solo saben decirte que tres cuartos de las cosas que haces te van a matar ¿Y quién es tan ingenuo para no saber eso? Tan solo jugábamos a seducir al fénix. Tan solo queríamos vivir.

Finalmente, sin darme cuenta, me quedé solo, miré a mí alrededor y entre la semioscuridad reinante solo la encontré a ella, tan perdida como yo, con tantas ganas de fingir que todo seguiría igual como yo. Mientras, Ziggy huía de L.A. y de sí mismo en un vuelo rumbo a Berlín. Nunca más se supo nada más de Ziggy al que posteriormente algunos afirman haber visto respondiendo al nombre de Deivi. En ese preciso instante, sin darse cuenta, ella se convirtió a efectos oficiales, si es que hubo algo de oficioso en ello, en la-viuda-de-Ziggy-Stardust comenzando para nosotros una peculiar aventura.

Vivimos un amor secreto; ninguno de los dos supimos que estábamos enamorados del otro, hasta el final… Éramos dos seres rotos que encontramos encaje. Y es que el amor muchas veces es eso: estar en el punto adecuado y esperar que alguien pase también por ese punto; entonces te cruzas, como dos rectas secantes. Ella fue quien me dio amplitud para entender mejor a Ziggy. Más tarde me descubrió a Lou y a mucha más gente interesante desconocida para mí hasta entonces. Vimos cine, comimos y bebimos pero sobretodo rockandrolleamos sin parar, noches enteras, a veces hasta el alba. Ella había sido una estrella del rock hacía un tiempo pero ahora quería vivir más allá de los 40 y dejar un viejo cadáver, como cualquier otra persona. Sin embargo cuando caía el sol y la música sanaba alto y las luces eran tenues y en las copas abandonadas comenzaban a derretirse los hielos, en ese preciso instante podías sentirlo: su alma siempre pertenecería a una diva del rock.

Una vez le pregunté -¿Cómo sabes cuando alguien está loco?-. Ella me respondió –Bueno… no siempre lo sabes. Depende de cuanta gente piense que lo estas-.

Como todas las historias que se cuentan hasta el final ésta no tiene un final feliz. Recuerdo una noche que nos encontramos con Lou, en aquel entonces estábamos tan en la cresta que teníamos el don de aparecer en el lugar donde había que estar, cuando había que estar. Me vio bailar con ella. Cuando la música paró, Lou se acercó y me dijo: cuidado chico, estas bailando con la-viuda-de-una-estrella-del-rock. Todos allí podían sentirnos como a Mia y Vincent en Pulp Fiction; a pesar de que esa historia ni si quiera estaba escrita, nosotros ya la habíamos rodado.

Aquel fue el principio del fin; cuando un pájaro no es capaz de alzar más su vuelo entonces planea, se deja llevar y poco a poco desciende. Recuerdo que una vez me dijo «Ya verás, al envejecer las cosas se vuelven muy sencillas chico» Nunca entendí ese frase… hasta el día en que nos dijimos adiós ¡Cuánta razón tenía!.

Algunas cosas que merecen la pena en internet

Desde pequeño me ha gustado leer. Supongo que crecer viendo a tus padres totalmente ausentes durante los domingos, aislados de ti por un pantalla de papel llena de letras e imágenes, incapaces de prestarte atención, es un trauma infantil irreparable que solo puede encontrar como cura la misma medicina: la lectura; si no puedes con ellos únete a ellos. No tengo el título de gran devorador de novelas como Brown o McBacon. Sin embargo siempre he sentido una terrible atracción por los periódicos, las revistas, los dominicales y hasta cualquier tipo de folleto informativo que se me plante a la vista. Así fue como me convertí  en adicto a los reportajes, las entrevistas, las columnas y los artículos. Para finalmente hacerme seguidor de aquellos que los firmaban.

Un amigo me pidió un correo, que es lo más parecido que hay a una carta, con algunas recomendaciones para seguir en Twitter y algún blog interesante que leer. Comencé entonces a pensar porqué Twitter es la red social en la que más tiempo paso. Llegué a la conclusión de que allí es donde he encontrado más gente que como yo también sufre de adicción informativa. Y en esa nebulosa, guiado por un algoritmo que iba abriéndome perfiles según yo le comentaba mis más íntimos gustos, con el tiempo he ido haciendo camino, encontrándome en él con algunas magníficas sorpresas:

Cine

Ignacio Montalvo es autor del blog de cine El Condensador De Fluzo en la revista fotogramas y conduce el recién nacido podcast PLAY sobre cine y cultura pop. Podéis encontrarlo en el perfil de Twitter del blog @condensadorfl.

@CowboysEsRadio es el perfil de Twitter de un podcast sobre cine en el que participan Garci, Luis Alberto de Cuenca (premio nacional de poesía 2015) o Eduardo Torres-Dulce (autor de varios libros de cine) entre otros. Donde por ejemplo un programa tributo a Woody Allen acaba convirtiéndose en guía cinéfila de Manhattan. Que nadie se fie del título del programa semanal como referencia: siempre acaban contando historias de cine español,  de hollywood o de galas de premios.

@ClassicalCinema es una cuenta dedicada a los años dorados de Hollywood donde se pueden encontrar fotos fuera de rodaje de los personajes más carismáticos o gifs de películas pertenecientes a la época.

Lectura

El blog Men In Madrid fue sin duda el gran descubrimiento del 2015. Podría decirse que sus primeras entradas narran la vida de un bon vivant: viajes, estilo, ciudades, mujeres y amigos y como no, comida y bebida; a medida que ha pasado el tiempo sus entradas han ido madurando hacia el existencialismo solitario de un treintañero, ganando poso y sacrificando algo la frescura inicial para transmitir más calidez en el relato. Un blog muy masculino que no dejo de recomendar a ninguna mujer. Podéis encontrar a su autor, bajo seudónimo, en el perfil de Twitter @MenInMadrid.

@guardian_el_ es el perfil de Twitter de El Guardián, otro escritor con seudónimo. Posee un blog en la revista ELLE además de colaborar en otras revistas como: jotdown, líbero o cambio16. Su blog, Manual de un BUEN VIVIDOR, como su propio nombre indica habla de las andanzas de su autor, historias divertidas o simplemente canciones, películas y series. Personalmente me gustan más sus artículos en jotdown o los de GQ («En defensa de ‘el bar de la esquina’» es uno de mis favoritos), quizás menos empalagosos aunque no dejo de seguir su blog.

Actualidad

Pablo Rodríguez es el corresponsal del mundo en Bruselas, quizás le conozcáis ya que últimamente ha salido entrevistando en bastantes informativos en relación a los atentados. Es el encargado de hacer el seguimiento de todo lo que pasa por el parlamento, siempre en primera fila en las cumbres europeas. Una cuenta interesante para seguir la actualidad de la UE. Podéis encontrarle en @Suanzes.

Lara Hermoso es periodista y además de tuitear la última hora de la actualidad política española, suele estar también conectada durante debates o entrevistas televisivas relevantes. Además, frecuentemente tuitea fragmentos de libros si es la conmemoración de algún autor o simplemente para comenzar bien el día (mucho mejor esto que el popular TT de los Lunes «Buenos días!»). Podéis encontrarla en @lhermoso_.

Alberto Sicilia o Principia Marsupia como se le conoce por Twitter, es doctor en física, aunque se puede afirmar que ejerce como periodista. Lo descubrí durante las agitadas elecciones griegas dónde hizo un seguimiento fantástico minuto a minuto. Es freelance y se mueve en las zonas de Ucrania, Grecia, Siria, Egipto y Gaza. Actualmente retransmite la realidad de los refugiados Sirios en Europa. Para mi gusto a veces peca de subjetivo en sus tuits, no le juzgo, no debe ser fácil digerir lo que uno ve en un campo de refugiados.

Pablo Mediavilla no es el típico periodista. Freelance que no se casa con nadie, en su perfil podéis encontrar tuits exigentes e información contrastada sobre casi cualquier tema que este de actualidad en este preciso segundo o simplemente noticias interesantes y diferentes. @pablomediavilla.

Gastronomía

El Perolo: un blog que en sus propias palabras «ante todo quiere hablar del buen comer en cualquiera de sus formatos y a cualquier hora del día». Ha sido el otro gran descubrimiento de 2015, crónicas culinarias anónimas y lo que es más importante, desinteresadas, sobre restaurantes y bares de Cantabria. Lo mismo te hacen un ranking de las mejores tortillas de Santander que se van al Serbal. Twitter: @el_perolo.

En Una o dos copas están enterados de las últimas tendencias de coctelería : viajan, asisten a eventos, hacen catas… Para mí lo más interesante es su activo perfil de Twitter (@unaodoscopas) dónde suelen subir imágenes de talleres y catas o retuitear artículos que van desde lo curioso a lo interesante.

Jesús Terrés es un sumiller y crítico gastronómico. Los que seguimos su instagram hemos podido ver como a lo largo de la última década se ha paseado por los mejores restaurantes nacionales (tanto los de estrella, como los de pie de playa, como las tascas). Un hombre que se ha comido la edad de oro de la cocina española no puede opinar mal; en su blog en CondéNast Mantel&Cuchillo nos habla de comida y ciudades y en su cuenta de instagram hace por dar envidia continuamente. También habla de «hombres-de-bien y mujeres-fatales» en su blog nadaimporta en GQ.

Por último viene un blog que creo que muchos conoceréis: El Comidista. Se trata de un blog de gastronomía conducido por Mikel Iturriaga y su equipo. Lo que más valoro en él son los vídeos, como por ejemplo: cómo preparar un guacomole auténticamente mexicano; o cómo cocer la pasta estilo italiano. Recetas básicas y sencillas que harán que parezcas un gran cocinero (sin serlo) y te sacarán de más de un apuro.

Economía y tecnología

Joan Tubau es un economista de solo 26 años que ejerce como profesor de economía en la Universidad Pompeu Fabra. Tiene un perfil de Twitter muy activo donde suele colgar todo tipo de noticias relacionadas con la tecnología y la economía. Posee una forma diferente a la hora de hablar sobre la economía (con un marcado carácter liberal), muchas veces a través de documentales, reportajes o artículos que hacen de algo tan aburrido a priori una diversión.

A Alex Rayón lo conocí en la Universidad de Deusto, desafortunadamente no he tenido de la oportunidad de estar en sus clases. Me parecen muy interesantes las reflexiones que plantea en su blog personal que actualiza frecuentemente http://alexrayon.es/. Ahí habla de tecnología con una orientación empresarial. Ya que este post va sobre Twitter, os dejo una entrada reciente que me gustó mucho: Las dudas sobre Twitter: ¿Qué está pasando?. También podéis encontrarle en su perfil personal: @alrayon.

Deportes

En fútbol recomiendo a Rodrigo Zacheo (@r_zacheo) y Alberto Egea (@esttoper). El primero es un puro analista fiel seguidor de la corriente Cruyffiana; el segundo además suele publicar fantásticos fragmentos sobre anécdotas de jugadores así como vídeos de jugadas en grandes partidos o imágenes de juego con análisis tácticos.

Para baloncesto en español sin duda el rey es Gonzalo Vázquez, periodista especializado en NBA y probablemente el mayor experto español en esa liga junto a Antoni Daimiel. Este artículo donde desmenuza y justifica porqué Curry es el mejor tirador de la historia es excelente. También recomiendo a Andrés Monje que habla tanto de NBA como de ACB.

En motociclismo sigo a Nadia Tronchoni, enviada al mundial de motos por El País y a Borja González que lleva cubriendo el mundial desde 2003.

Naturaleza

El blog Entre Árgumas es a las rutas lo que el blog El Perolo a la comida. Se trata de un espacio donde se pueden encontrar narradas las rutas de mi amigo David por Cantabria. Si te gustan las rutas (la mayoría son de montaña) y la región de Cantabria y un poco de su historia es el lugar donde debes buscar. También cuenta con perfil de Twitter: @Entre_Argumas.

 

 

 

 

 

 

 

Diciembre y que siga el miedo

Fueron unas semanas secas y calurosas. Los bosques lo supieron bien. Desde la ciudad se veía el humo y desde los pueblos las llamas. Ya dudaba si veía realidad y pensaba literatura o si era al revés. Lo positivo de todo ello es que se pudo ver un hidroavión planeando por la bahía para recargar agua; a mí me parecía todo un comic de Tintín y cuando lo vi, soñé que en la cabina iba él, con la intención de salvar Cantabria de un entramado de villanos-quema-bosques.

Vi un niño montado en un patinete por la acera. Era como el que yo tuve de niño pero este se deslizaba solo. Pensé: «cuando yo era pequeño eso era el futuro» me lo había contado Philip J. Fry en Futurama. Ahora el futuro es lo que sacarán el mes que viene ¿Qué puede soñar un niño en un mes? Una realista distopía de lo que ya conoce. Los sueños, las fantasías, se deben forjar durante meses e incluso años, en soledad, porque así son más sueños, más utopías.

Una Gaucha nos vino a visitar. Tiene mucha suerte: vive en París y sabe de confiterías. No debe de ser muy parisina aún porque no lleva gorro ni es elegantemente borde. Y tampoco debe ser muy Gaucha pues no conoce a Calamaro. En realidad en Canadá uno debe ser de donde quiere; probablemente sean todos de Bilbao.

La gente se puso guapa para llenar algunas calles; tres valientes tocaban rock en una esquina, parecían no darse cuenta de que no estaban en NY; parecían los-putos-Strokes grabando un vídeo en Times Square. Hoy tocar en la calle no está permitido si no eres pobre, y ya, ni aun siéndolo, así que la policía los echó. Entonces no quedó más remedio que mirarse, mirarse los unos a los otros y beber.

Era un falso invierno: podías ver chicas con vestido y sombrero en las calles pero todas llevaban medias ¿Es que nadie se daba cuenta? Era horrible, todos contentos y yo solo podía pensar en ellas; eran varias y a todas las quería aunque no a todas por igual; como dice Beigbeder: «Nunca dos se aman a plena satisfacción del otro».

Saliendo de casa me crucé con el loco del barrio: un hombre que suele estar parado, contemplándose a través de un espejo, sujeto a una mano con el brazo extendido y haciendo un corte de manga con la otra. Me sorprendió ver que ha cambiado su antiguo espejo por la pantalla de un teléfono móvil. Es curioso, él, el-loco-del-barrio, es el único al que la tecnología no ha cambiado. Él, el-loco-del-barrio, ya veía su vida en selfie antes de que si quiera existieran los smartphones. Estoy seguro que en su universo podrá sentirse como Edison al ver a los demás usando bombillas; «vaya mundo de locos» pensará.

Por un 2016 muertos de miedo.

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Una matanza en Hospital de Órbigo

Los pueblos en Castilla y en León tienen un aire melancólico. Según llegas parece que te estas despidiendo; vas andando por la calle, miras una preciosa casa, continúas el paseo, vuelves a mirar y ahora sus ventanas están tapiadas: es lo que en las ciudades con rascacielos llaman éxodo rural. Son sitios por los que pasó la guerra y en los que ya nadie se puede emocionar hoy sin hablar del ayer. Territorios en paz. Y todos los curas saben lo que ocurre: cuando alguien está en paz, deben acudir al velatorio.

¿Entonces a que se dedican los que aún quedan allí? A cultivar y alimentar con paciencia lo que este planeta nos da, a contestar las preguntas que les sugiere una planta de calabacín, a observar las estaciones a través de un árbol de hoja caduca, a representar unas justas medievales o a tomar un vino antes de comer. Así miden el tiempo, porque allí todo se hace y permanece como antes, y como antes es tan atrás, ya nadie recuerda cuánto tiempo es.

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Garci en su libro mirar de cine respondió esto cuando le preguntaron si sus gustos culinarios eran siempre sofisticados:

Al contrario, soy un clásico. Ostras y caviar, con Dom Pérignon, por supuesto. Pero también la cuchara: judías pintas, cocido, lentejas, el arroz a banda, el jamón de Jabugo (para mí, el mejor amigo del hombre), y los bocadillos de chorizo, de anchoas, la escarola, las patatas fritas, la ensaladilla de Casa Rafa [en Madrid], el steak-tartare del Club 31 [Madrid], la carne a la brasa, el pan con aceite, las castañas asadas y las castañas pilongas, todos los frutos secos…

Para mí estas palabras adquirieron una dimensión completa durante el fin de semana que allí pasé: en Hospital de Órbigo se bebe vino de la comarca, se comen patatas fritas artesanas los domingos ¡En una confitería!, se sirven tapas de chorizo casero, después de comer se bebe café con licor y cuando alguien estornuda es probable que veas pimentón flotar en el aire.

SPOILER: a partir de aquí se acaba la parte poética y paso a describir el qué, el cómo y el porqué de la matanza, abstenerse sensibles y vegetarianos:

He tenido la suerte de participar en la matanza del gocho (así se conoce al cerdo). Esta es una forma de medir el tiempo, concretamente, de medir un año natural. Si el tiempo lo permite, en las familias como-Dios-manda, se mata el cerdo el mismo día, cada año. Es necesario que haga frío y a poder ser que no haya mucha niebla, esta trae humedad, para que el chorizo pueda curar bien.

Una vez el cerdo está dispuesto (su carne está libre de sangre), deben separarse sus partes para poder trabajar cómodamente con él; conviene no olvidar que su peso está en torno a los 200 Kg. En este proceso se separan los órganos, la cabeza y el resto del cuerpo se corta simétricamente a lo largo, por el espinazo. Se saca la careta que más tarde se podrá hacer a la brasa y las carrilleras, que vienen a ser los papos. Más tarde se cena el hígado encebollado, que es una delicia y se reparten los turnos del segundo día.

Al día siguiente, no antes de las 10 de la mañana ya que se corre el riesgo de que la carne pueda permanecer helada, se sacan las mantecas. Esto debe ser algo parecido a lo que hacen en las clínicas a las que va la gente a quitarse a los kilos de más. Después se extraen los solomillos, los lomos, las costillas y finalmente se recorta el tocino, la carne, los jamones y las paletas habiéndo retirado antes la piel.

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Los huesos se guardan para futuros cocidos. A las 12 del mediodía se hace una parada para almorzar, que es como llaman a hacer un brunch en los sitios en los que aún se habla como-debe-de-ser, para tomar los chumarros: estos son la parte final del lomo dónde conecta con las nalgas (jamones) y se cocinan en una sartén sin aceite. Una vez fritos y sobre una tosta de buen pan, se los añade sal. Las comidas durante la matanza son sin duda una de las mejores partes. Una vez rellena la panza, se vuelve al trabajo para cortar en trozos más pequeños la carne, los jamones y las paletas y la grasa que en unas horas serán parte de los chorizos.

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Aclarar que en algunas familias, las paletas y jamones se curan, pero no en esta. Es por eso que los chorizos son de una calidad superior. En la comida, pude probar las sopas leonesas: son unas sopas de pan que se diferencian de las sopas castellanas (las que se hacen en Valladolid y Palencia) en que llevan pimentón y son más líquidas. Ya por la tarde, la carne y la grasa se pasan por un triturador y se pesan para establecer las proporciones carne-condimento.

Entonces se coloca la carne en las artesas (bandejas de madera artesanal) y es ahí donde con las manos se mezclan con el pimentón, un poco de ajo, la sal y una pizca de orégano; esto será el relleno del chorizo.

Una vez mezclado el trabajo del segundo día ha terminado, es momento de cenar chichas. Las chichas es algo similar a lo que en Cantabria llamamos jijas, es simplemente la mezcla que irá al chorizo, cocinada. Tiene una textura tierna y un sabor picante. Así se llegó al final del segundo día que acabó con una visita al puente medieval que cruza sobre el rio y que está iluminado con luces de colores cálidos por las noches, lo que demuestra que las modas no disgregan las ciudades de los pueblos.

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Al día siguiente, una vez se ha dejado la mezcla reposar unas horas en las artesas, se comienza a hacer los chorizos. Esta es probablemente la parte más pesada y larga. Por un lado se necesitan dos personas en la máquina que extruye: una que dé a la manivela y empuje la mezcla hacía dentro y otra con la difícil tarea de introducir la mezcla en la tripa (la piel que quitamos antes de comer el chorizo una vez seco). La mezcla no debe estar ni demasiado prieta ni demasiado floja dentro de la tripa y además las tripas deben haber permanecido el justo tiempo remojadas, es por ello que esta parte es determinante en la calidad de los futuros chorizos.

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Tras esto, deben atarse los chorizos dentro de una misma sarta (cilindro con forma de u y atado a los extremos que contiene varios chorizos). Tampoco es esta una tarea fácil, apretar demasiado las cuerdas puede hacer estallar la piel y dejarlas demasiado flojas puede provocar bolsas de aire. De hecho es necesario proteger los dedos con esparadrapo para evitar rozaduras, se está varias horas atando.

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Una vez se han vaciado las artesas y por tanto llenado los chorizos, se hierven algunos de los órganos que formarán el botillo. El botillo es una bola de diferentes órganos y carnes singulares del cerdo que va embutida en tripa gruesa, a diferencia del chorizo, que se embute en tripa chica. Se deja curar un mes y luego se asa para acompañar el cocido. Los chorizos y los botillos se cuelgan en el techo de un cuarto a lo largo de varas de madera y pasarán unos meses hasta que se puedan comer los primeros. En caso de que venga un tiempo húmedo se ayudará al secado con humo.

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Muchos pensarán que cosas como esta son reflejo de una época pasada. Habrá quien incluso opine que solo unos embrutecidos son capaces de ello. Muy al contrario, cada día que lo recuerdo, estoy más y más seguro de que esta tradición atemporal no acabará, seguirá uniendo a las familias, seguirá resistiendo a la modernidad, seguirá necesitando de manos trabajadoras, seguirá llenando platos de sabrosos manjares; pasarán las gentes, pasarán los recuerdos, pasará el invierno, pasarán las modas… Quedarán las tradiciones.

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¿Por qué escribir?

Dice Houellebecq en Ampliación del campo de batalla:

Si no escribo lo que he visto sufriría igual; y quizás un poco más. Un poco solamente, insisto en esto. La escritura no alivia apenas. Describe, delimita. Introduce una sombra de coherencia, una idea de realismo. Uno sigue chapoteando en una niebla sangrienta, pero hay algunos puntos de refenrecia. El caos se queda a unos pocos metros. Pobre éxito, en realidad.

¡Qué contraste el poder absoluto, milagroso, de la lectura! Una vida entera leyendo habría colmado mis deseos.

Ojalá pudiese leer sin descanso, deborar libros uno tras otro e ir saltando de historia en historia como Willy Fog en su vuelta al mundo, teniendo el placer de conocer a nuevos personajes como si se tratara de una fiesta de Truman Capote donde debes dibujar en tu cabeza quien se encuentra tras la máscara.

-¿Por qué dejar de leer y pararse a escribir?

Leer es la droga más potente que he probado. Como con todas las drogas ocurre, al final del recorrido tus compañeros de vagón se han convertido en fastasmas; te encuentras solo, dirigiéndote hacia un gran espejo y en el último momento, cuando parace que vas a chocar, el vagón se detiende frente al espejo. Ahí estáis: tú y tus fantasmas. La evasión, el entretenimiento y la diversión funcionan, por un tiempo, pero dejan paso al poso y la reflexión, un mensaje oculto entre dos tapas.

Entonces, ¿Por qué escribir? Para ordenar los fantasmas como jerseys en el armario; para reconocerte cuando llegues al espejo; para evitar caer.

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Concurso de microrelatos Calle del Sol 2015

A continuación se presentan los dos relatos que he enviado como participante del VIII concurso de microrelatos Calle del Sol. En mi caso estan basados en dos fotografías pertenecientes a la serie ganadora del concurso de fotografía del año pasado. Los textos no podían sobrepasar las 150 palabras.


Billete de ida

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Observó la muerte entre sus manos, el cielo ya le esperaba arriba.

Toda una vida recto como una viga, sosteniendo la divina estructura, sin queja alguna. Había renunciado a todos sus sueños de adolescencia: las chicas bonitas, ser una estrella del rock, las copas y trofeos que se reparten en la barra de un bar los viernes y sábados noche, un Cadillac descapotable para dejarlo todo atrás…

Entonces dudó. Se preguntó si no habría sido mejor vivir en vida que esperar a un reservado tras la muerte; si todo lo que había dejado sin hacer en el camino le volvería más tarde como un boomerang o se alejaría por el cielo como una cometa sin dueño.

No existía tanta diferencia entre aquel cráneo y él: faltos de existencia y llenos de vacío; faltos de convencimiento y llenos de fe; faltos de vida y llenos de muerte.

Huérfanos

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La noticia estaba en todos los telediarios de la mañana. Todos estaban en shock, se habían enterado por la radio, difícil desayuno. Podías sentir a kilómetros el miedo en los hilos de voz que se susurraban entre ellos para atarse juntos a una gran cruz de madera. Aquella ola era demasiado grande como para que ninguna fortaleza milenaria levantada sobre papel de fumar le pudiera hacer frente.

-¿A quién rezar cuando ya no hay esperanza?

Tanto tiempo meditando y no se habían parado a pensar en ello; daba igual, tampoco habrían encontrado una respuesta en sus manuales, no hay mayor ciego que el que siempre mira igual.

La ciencia lo había conseguido: Dios no existe.

-La vida sigue pero… ¿Qué va a ser de nuestra existencia? Se preguntaron.

Una comida en Elkano y un encuentro con Balenciaga

Fue un lunes que amaneció gris como tantos otros en el norte. Salimos en coche y pasó algo de tiempo aunque el sol no apareció. Una vez salimos de la autopista comenzó lo mejor. Una carretera nacional que como una serpiente en movimiento se abrazaba al último trozo de tierra antes del mar. Desde ella era posible ver uno tras otro los sucesivos pueblos pesqueros vascos a orillas del Cantábrico. Para la generación anterior constituía el camino más corto para llegar a Francia desde el norte o el oeste.

M contaba que no había por entonces en España escaleras mecánicas ni tele a color. Tuvo que irse ella a Francia con unos parientes solo para descubrirlo. Cuando volvió informando nadie la creía. Le pasó como a los científicos que entrevistan en la televisión por haber descubierto un avance rompedor; se les observa con atención y desconfianza.

Nadie está dispuesto a renunciar a lo que ya conoce. Porque a fuerza de días y días le cogemos cariño a lo cotidiano, a ese inmovilismo imperturbable de las cosas. Una vez una chica nos explicó que a ese fenómeno se le llama zona de confort. Yo me quedé muy sorprendido pues hasta entonces había creído con todas mis fuerzas que la zona de confort era un sofá de casa de mi abuela que estaba junto al radiador y en un ángulo perfecto entre la ventana, el televisor y ella.

GB avisó de que ya estábamos llegando porque se podía ver un ratón posado sobre el mar: el ratón de Guetaria. De pequeño me preguntaba qué clase de mensaje sería aquello que parece ser y no es. Ahora, cuando las olas tapan a los faros, las playas desaparecen, las farolas se doblan y hay que poner maderas y clavos en las ventanas, me pregunto si no será también otro mensaje.

Nuestro destino era Guetaria porque hay allí una brasería que primero regentó un padre y ahora regenta su hijo. Por lo demás todo sigue igual de bien. Este restaurante se llama Elkano y su éxito radica en una técnica de cocina que consiste en no cocinar; ellos persiguen a los mejores ejemplares del mar Cantábrico y una vez los tienen los cortan a la mitad y los ponen en una parrilla. Esto que parece tan sencillo puede llegar a ser un arte y en Elkano han alcanzado la pureza.

Creo que pude comer las mejores cocochas de mi vida. Eran unas cocochas de merluza a la brasa y solo sabían a eso, a mar. A McBacon le trajeron también el mejor rape que nunca probará, ese rape debía ser culturista durante los ratos que no dedicara a huir de las redes y los anzuelos. Esto es una putada bien grande porque ahora cada vez que coma unas cocochas me voy a acordar de aquellas. Es como cuando Messi metió aquel gol al Getafe: nunca meterá uno mejor. A M le había pasado esto mismo con un mero que comió en una tasca de un pueblo de pescadores en Galicia. Ella me advirtió que con las cocochas me pasaría lo mismo.

Tras la fantástica comida nos dirigimos al museo Cristóbal Balenciaga, oriundo de Guetaria. El museo es un anexo muy bien casado al antiguo Palacio de los Marqueses de Casa Torres. La madre de Cristóbal trabajaba en el palacio como costurera y su padre hacía lo propio como arrantzale. Como cualquier niño Balenciaga tenía curiosidad e inquietud por aquello que le rodeaba. Podría haber sido pescador pero pasaba más tiempo con su madre y eso siempre hace mella. Y allí pasaba las horas, aprendiendo las técnicas de costura y las tendencias de la moda parisina a través de los Marqueses. Las cosas de palacio van despacio debió de pensar. Hasta que un día lo retaron a replicar un vestido de la señora. Y el no-tan-niño cumplió, sin saber aún que vestiría a orfeones y a reinas; que se codearía con Chanel y Dior; que sería mentor de Givenchy u Óscar de la Renta.

Museo Cristóbal Balenciaga“Un buen modisto debe ser: arquitecto para los patrones, escultor para la forma, pintor para los dibujos, músico para la armonía y filósofo para la medida” dijo. Al final me di cuenta de cuanta genialidad había en él: el buen hacer de su madre, las influencias de la aristocracia y el profundo respeto a las materias, como un buen arrantzale. De todo ello surgieron diseños tan minimalistas como atemporales; como la parrilla de Elkano.

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Formateo

Ayer alguien me intentó borrar del mapa. Debe ser algo parecido a cuando haces un shift+suprimir; el archivo se borra del disco duro sin pasar por la papelera de reciclaje y desaparece para siempre. Sin opción a una segunda vida, a un planeta mejor. Así somos la gente del siglo XXI todo lo queremos informatizar. Lo que ocurre es que las personas somos una maraña de momentos y no de ceros y unos. Por eso es más difícil borrarnos del mapa.

Aquella persona debió de sentirse como el detective Ray Velcoro en el último capítulo de True Detective II. El bueno de Ray lo tiene todo para no mirar atrás: un salvoconducto a Sudamérica, una chica mala que promete serle fiel, una bolsa de deporte llena de fajos y una vida que se jodió. En resumen: ha comprado una vida mejor. Sabe que es el momento ¿Lo tomas o lo dejas Mr. Velcoro? Aquí no hay tique de cambio; ya lo había tomado sin darse cuenta cuenta tiempo atrás. Todo fue tan rápido que no había pensado en dejar su último adiós. Finalmente nuestro detective decidió ir a ver lo que más le iba a importar dejar atrás para con clásico saludo militar decirle a su hijo todo lo que no le iba a poder explicar con palabras. Y así lo borró.

Los naipes se tambalean porque el gran cañón se ve mejor desde el maps que asomandose a su abismo. Ray muere por no saber aprovechar su oportunidad. Muere por fuera, por dentro ya lo estaba. Incapaz de reconocer que le era imposible borrar esos momentos por más que solo fueran personas. Ni si quiera con la destrucción de neuronas en masa por medio del alcohol, los polvos blancos, los polvos con curvas o el trabajo. Solo en esos segundos finales de lucidez condensada que regala la muerte fue consciente de que se puede borrar a una persona, a dos y a tres pero no a los momentos que dejaron en ti. Su castillo de naipes ahora era arena. Ahora polvo en el viento. Ya nada.