A continuación se presentan los dos relatos que he enviado como participante del VIII concurso de microrelatos Calle del Sol. En mi caso estan basados en dos fotografías pertenecientes a la serie ganadora del concurso de fotografía del año pasado. Los textos no podían sobrepasar las 150 palabras.
Billete de ida
Observó la muerte entre sus manos, el cielo ya le esperaba arriba.
Toda una vida recto como una viga, sosteniendo la divina estructura, sin queja alguna. Había renunciado a todos sus sueños de adolescencia: las chicas bonitas, ser una estrella del rock, las copas y trofeos que se reparten en la barra de un bar los viernes y sábados noche, un Cadillac descapotable para dejarlo todo atrás…
Entonces dudó. Se preguntó si no habría sido mejor vivir en vida que esperar a un reservado tras la muerte; si todo lo que había dejado sin hacer en el camino le volvería más tarde como un boomerang o se alejaría por el cielo como una cometa sin dueño.
No existía tanta diferencia entre aquel cráneo y él: faltos de existencia y llenos de vacío; faltos de convencimiento y llenos de fe; faltos de vida y llenos de muerte.
Huérfanos
La noticia estaba en todos los telediarios de la mañana. Todos estaban en shock, se habían enterado por la radio, difícil desayuno. Podías sentir a kilómetros el miedo en los hilos de voz que se susurraban entre ellos para atarse juntos a una gran cruz de madera. Aquella ola era demasiado grande como para que ninguna fortaleza milenaria levantada sobre papel de fumar le pudiera hacer frente.
-¿A quién rezar cuando ya no hay esperanza?
Tanto tiempo meditando y no se habían parado a pensar en ello; daba igual, tampoco habrían encontrado una respuesta en sus manuales, no hay mayor ciego que el que siempre mira igual.
La ciencia lo había conseguido: Dios no existe.
-La vida sigue pero… ¿Qué va a ser de nuestra existencia? Se preguntaron.